En muchos países nos encontramos viviendo actualmente una situación de confinamiento social como respuesta a la pandemia del Coronavirus. En relación a la misma, en el espacio terapéutico surgen algunos temas en común que se ponen en relieve, y es por ser generalizados que los presento aquí para que podamos pensarlos y abordarlos desde otro lugar.
Más allá de la creciente ansiedad y angustia que surgen de la incertidumbre, encuentro que muchas personas sienten malestar y culpa, principalmente, en relación a dos motivos: el propio estado de ánimo y el propio rendimiento y eficacia en las actividades diarias.
Por una parte, se manifiesta el deseo de poder mantener un estado de ánimo estable y el consiguiente malestar ante las dificultades que surgen relacionadas con el manejo de las propias emociones. Por otra parte, se expresa el malestar por no poder rendir con la eficacia que se desearía, principalmente en el ámbito laboral y educativo, pero también en diversas actividades que se han propuesto para estos días. En todos estos casos, podemos encontrar de fondo una alta autoexigencia basada en expectativas que, al no poder ser alcanzadas, generan culpa. Es a raíz de esto que deseo proponerles repensar esta situación en la cual nos encontramos.
Antes que todo esto comenzara a desarrollarse, cada uno de nosotros mantenía una cierta rutina, lo cual le daba un orden y una cierta certeza al transcurrir de nuestras horas y nuestros días. Asimismo, también nos proyectábamos hacia un futuro cercano, con actividades por comenzar o por finalizar, reuniones o eventos por celebrar, y diversos objetivos por cumplir.
Esta rutina que manteníamos se desarrollaba dentro de variables conocidas, y nos brindaban una sensación de seguridad y estabilidad.
De repente, la situación de pandemia y el decreto de confinamiento social aparecen en nuestras vidas como un hecho disruptivo, es decir, como un cambio brusco e inesperado que se nos impone. Esto, afecta tanto nuestra rutina como nuestras proyecciones a futuro. Algunos ámbitos de nuestra vida se pusieron en pausa; en otros ámbitos, se nos exigen cambios y readaptaciones sobre las cuales nadie nos dice muy bien cómo hacerlo porque, en el mejor de los casos, dependen de nuestra propia creatividad y nuestro hacer en un continuo transcurrir de prueba y error.
Quienes tienen hijos, hoy se encuentran acompañándolos en sus procesos de aprendizaje en el hogar. Quienes estudian en la universidad o en otro tipo de cursos y talleres, se les presentan metodologías online. En el área laboral, están quienes se ven obligados a generar una nueva modalidad de trabajo desde sus casas, están aquellos que encuentran su trabajo en pausa y no saben cuándo podrán retomarlo, como también están quienes aún deben continuar saliendo de sus hogares para realizar sus tareas laborales, con todos los temores que esto puede generar.
Teniendo en cuenta este escenario, es que considero importante poder reconocer que esta es una situación excepcional e inesperada que, inevitablemente, va a afectar nuestra manera de funcionar. La incertidumbre y los temores aparecen con gran intensidad. Después de un hecho disruptivo, nadie puede seguir desenvolviéndose y sintiéndose de la misma manera en que venía haciéndolo. Va a haber un tiempo de readaptación a lo nuevo que va a exigir de nuestro cuerpo, mente y emociones un gran esfuerzo. Creo necesario que puedas reconocerlo y, en este momento especial, practicar la autocompasión, respetar tu propio ritmo y acompañarte en este proceso.
A nivel emocional, es natural que esta situación nos provoque una mezcla de emociones. Habrá momentos en que sentiremos tristeza, preocupación, molestia, rabia. Lo que sugiero es que no reprimas estas emociones, sino que encuentres modos saludables de canalizarlas.
En ciertos casos, podrás conversar con alguien de confianza acerca de lo que te está sucediendo, lo cual te ayudará no sólo a sentirte más aliviado, sino tal vez acompañado si sienten lo mismo o, por el contrario, puede permitirte ver la situación desde otro lugar.
En otras ocasiones, el modo más eficaz de canalizar estas emociones será en soledad. En el caso en que te encuentres conviviendo con otras personas, encontrar un lugar donde puedas dejar fluir tus emociones con comodidad es una buena opción. Puede que necesites llorar, escribir, escuchar música. Incluso, puede que necesites dormir en un horario que no es el habitual; si tenés la posibilidad de hacerlo en ese momento, en vez de cuestionarte y exigirte continuar, te sugiero hacerlo, ya que tu cuerpo te lo está pidiendo. Y si la situación en la que te encontrás no te lo permite, planear hacerlo tan pronto como puedas.
Asimismo, una vez que ya te hayas permitido expresar tus emociones y te sientas más aliviado, puede ayudarte el buscar generar emociones positivas a través de diversas actividades que dependerán de tus gustos personales. Sobre esto, ya he dado algunas ideas en el artículo anterior.
A nivel de la eficacia en cuanto al cumplimiento de diferentes actividades, como también ya lo he señalado, puede resultar útil realizar un cronograma. Sin embargo, es necesario que este sea flexible. Lo más importante en este momento es cuidar de tu salud y bienestar, por lo cual este cronograma podría organizar principalmente los horarios de alimentación, higiene personal, limpieza del hogar y descanso. Otras actividades, como las tareas escolares de los niños y las propias actividades educativas y laborales, por dar algunos ejemplos, pueden ser incluidas a modo de prueba piloto. Ya que se nos plantea una nueva modalidad, no sabemos cómo podemos funcionar mejor. Entonces, una posibilidad es apuntar estas tareas, pero siempre teniendo en cuenta que las mismas se pueden ir reacomodando en la medida en que vayamos encontrando horarios y modalidades más funcionales para realizarlas.
Finalmente, quiero recordarte que este no es un momento para autoexigirte. Ya es demasiada la exigencia extra que está procesando tu sistema nervioso ante esta nueva situación. La incertidumbre va a existir: no sabemos cómo se desarrollará la pandemia, cuándo terminará la situación de confinamiento social, de qué manera volveremos a retomar nuestra rutina. Tampoco sabemos los impactos que podrá tener en la economía y en la sociedad, y un sinfín de cuestiones que ya se están presentando como problemas a resolver. Sin embargo, aunque todo esto es importante, la realidad es que forma parte de variables que no podemos controlar en este momento, por lo cual, pensar en ello, al menos en demasía, sólo te generará un alto nivel de ansiedad y angustia.
Por este motivo, te propongo que te centres en aquellas variables que sí podés controlar y en las cuales es necesario focalizar: cuidar de tu propia salud y realizar aquellas actividades que sí podés abordar hoy… Recordando siempre que la autocompasión, comprensión y aceptación de tus propios ritmos y procesos serán, justamente, las que te ayudarán a sentirte mejor. Sólo así podrás ir encontrando tu mejor forma de adaptarte a esta nueva situación y comenzar a desenvolverte en tu día a día de una manera cada vez más fluída y acorde a la satisfacción de tus necesidades.
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